ENFERMERAS ILUSTRES…Y GUERRERAS

María del Carmen Angoloti y Mesa, Duquesa de la Victoria, Dama Enfermera de la Cruz Roja. 1875-1959.
Aristócrata de nacimiento, tuvo acceso a grandes cantidades de libros, 3000 tan solo en su casa de Madrid, cultivó la música llegando a ser considerada gran pianista, así mismo jugaba con soltura deportes como el tenis o el golf, siendo muy admirada por ello, estudió Enfermería en la Cruz Roja de Madrid obteniendo el título de Dama Enfermera en 1920, llegó a financiar y dirigir el primer centro nacional de la Cruz Roja en España el Hospital de San José y Santa Adela, experiencia que logró con tal éxito que le valió como referencia para su gran misión.
En 1921, España sufre la derrota de Annual, en las guerras de Marruecos, donde decenas de miles de soldados pierden la vida, la noticia tiene un alto impacto en la sociedad de la época, y es la Reina ni más ni menos quién encomienda a la Duquesa la dirección de la labor humanitaria de la Cruz Roja en Melilla y en el frente.
Pronto ve como parte de la cúpula militar, incluidos algunos mandos de sanidad, no son favorables a la participación de enfermeras en esas lides, y tiene que hacer valer sus conocimientos sobre los prejuicios, contra la enfermería y en particular contra su liderazgo, para ayudar a los soldados.
Consigue imponer su modo de gestión enfermera, empezando por un sistema de clasificación de víctimas que como novedad para la época, y basada evidentemente en la ciencia, no tenía en cuenta los rangos de los heridos, diferentes medidas en cuanto a higiene y organización, turnos quirúrgicos novedosos, renovación de instalaciones, control de la alimentación, todo ello de manera estricta, así como una capacidad de trabajo abnegada, trasponiendo el “sino puedes curar, consuela, si no puedes consolar, acompaña”, por el “si no puedes curar, ayuda a morir y a amortajar” dado el elevado número de bajas del frente.
Todo ello le fue granjeando una fama más que merecida, a ella y al reducido grupo de enfermeras que decidieron voluntariamente acompañarla a esa misión tan arriesgada, en el Protectorado Español de Marruecos, por lo que llegó a ser la Inspectora General de los Hospitales de dichos territorios desde la ciudad atlántica de Larache, hasta la propia Melilla.
Sufrió en primera persona los avatares de la Guerra Civil de 1936, pero a pesar de ello, volvió al frente, ocupándose del Hospital de Leganés hasta la finalización de la contienda, todo ello de manera exitosa.
Terminada la guerra, continuó colaborando con la Cruz Roja, y viajando por todo el mundo como en su juventud, recibió la medalla de Florence Nightingale, y es la única mujer en haber recibido la Gran Cruz al mérito militar distintivo rojo.
Fue una mujer, enfermera, comprometida con la labor humanitaria allá donde se la necesitase hasta sus últimos días en su domicilio de Madrid. Su epopeya tuvo su eco en varios libros, e incluso mas recientemente en una serie de televisión que tuvo buena aceptación por el público.

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